Al principio estaba la fotografía.
Descubrir y aprender. Nuevos ojos. Un nuevo lenguaje que abre otras puertas, así que un acercamiento primario tenía que ser la primera opción.
Granada era lo más políticamente correcto para aprender una Fotografía de Oficio.
Objetividad, Claridad y Verdad. Desde una perspectiva puramente fotográfica.
Conceptos básicos y poderosos que hicieron del aprendizaje un arte, una evolución y un juego.
La fotografía como actitud, como catalizador de lo que nos rodea.
No fue difícil, con esa aproximación comenzar una vida como fotógrafo: reportero para un periódico en Italia tras un mes, fotógrafo arqueológico en Siria para una universidad italiana después.
Objetividad, claridad y verdad.
Grandes conceptos y grandes palabras.
Tras Siria todo cambió.
Fotografiando excavaciones en Qatna, empecé a pensar que la fotografía era una quimera.
La utopía de la objetividad fotográfica.
Nada existe si no tomas nota de ello, y tu nota va a acotar una idea, formando los significados que otros van a sentir.
Acción, reacción.
No existe un punto de vista único, cuando el agente que transcribe los hechos utiliza un medio.
El contar historias es tan viejo como el Ser Humano.
No existe la No-Aproximación.
Crisis.
Mi camino en la fotografía no implicatoria estaba acabado.
(1/4)